Debes dejar de tener miedo.
Debes dejarte sorprender.
En la infinita sabiduría de Dios todo pasa cuando tiene que pasar. Todo tiene un momento y un lugar. Como seres finitos no podemos pretender entenderlo.
No entendemos muchas cosas e igualmente aquí seguimos.
Nos gusta tener el control de todo. Nos gusta saber exactamente lo que va a pasar. Pero nunca sucede. Estamos pues predispuestos al mal. A que algo siempre sale mal. A que perdemos. O nos hacen daño. O nos decepcionamos. O se dieron por vencidos con nosotros.
Nos enseñaron a estar a la defensiva porque nadie tiene siempre buenas intenciones. Tuitéalo!
Nos hicieron olvidar la confianza que algún día se tuvo entre la gente.
Hoy, ese es el regalo más valioso que alguien puede hacerte. Pero, de repente, no sabes cómo aceptarlo.
De repente alguien pone todas sus cartas sobre la mesa y sigues creyendo que esconde algún az bajo la manga.
No sabes dónde está el truco porque te cuesta creer que no haya ninguno.
Ahora, ¿qué vas a hacer?
Puedes seguir creyendo que nadie tiene la capacidad de, de repente, decir la verdad y decides no creer.
Decides aumentar la pared entre ti y el resto del mundo.
Si nadie entra, a nadie hacen daño cuando se vayan (porque nunca nadie se queda).
O puedes intentar hacer lo mismo. Puedes bajar la guardia. Puedes permitirte confiar en alguien. Puedes arriesgar y quizá, ganar. Pero debes tener en cuenta que también puedes perder.
No hay que desilusionarse por no saber cuál será tu suerte.
Tienes que disfrutar el camino independientemente del lugar a donde vayas (y más aún si no sabes a dónde te diriges).
Estas últimas semanas me han enseñado algo…
El que no arriesga, no gana.
Y sí, ya sé.
No es un gran descubrimiento y ni siquiera es una novedad, pero es algo que nunca antes había puesto en práctica. Yo soy de las que prefiere caminar sobre seguro.
Digamos que Dios me había permitido llevar las cosas bajo mi control y sabía exactamente hacia dónde me dirigía.
Ahora creo que cambias de rumbo para descubrir una nueva parte de ti. Para ponerte a prueba y tomar decisiones totalmente fuera de tu zona de confort.
No puedes esperar a que los demás hagan por ti lo que tú (por miedo) no haces. Entonces lo entendí.
Tienes que salir de donde estás y tomar el camino hacia la ruta desconocida.
Debes dejarte sorprender.
Conozco de primera mano la aversión al fracaso que todos tenemos. Las consecuencias y los efectos colaterales pueden costarte más de lo que hubieras calculado.
Y bueno sí. Todo el mundo dice que se aprende es de los errores y no de las victorias aunque tengo que decir que estoy en desacuerdo.
El que hayas ganado significa que aprendiste a hacer bien las cosas. No sólo se gana por suerte. De hecho, por suerte casi nunca se gana.
Te esfuerzas y luchas y llevas a cabo el plan A y el B y descubres cuántas letras tiene el alfabeto. Pero al final lo lograste y cumpliste y dime ahora tú si así no es que aprendes a hacer las cosas…
De los errores no se aprende.
Los errores son esas cicatrices que nos van quedando a medida que nos equivocamos. Tuitéalo!
No es que “aprendamos” como se dice popularmente… Es una cuestión de supervivencia.
No vas a mantener el dedo en la llaga cuando el dolor comienza a volverse insoportable.
Quedas lleno de cicatrices que empiezan a formar parte de ti y que hacen lo que eres hoy.
Fracasas y entonces te conviertes en alguien mejor. Y ganas experiencia. Y te das cuenta que lo parecía ser tan bueno al final no lo era pero que nunca lo sabrás si no te arriesgas.
Date oportunidades y rompe las barreras que tú mismo te hayas impuesto. De pronto sirvieron de algo en el pasado pero ahora representan las ataduras que no te dejan avanzar.
La vida es tan corta que no tenemos la opción de hacer un esquema antes de vivirla. Que la mayoría del tiempo estamos caminando a ciegas y sólo el impacto de las consecuencias de las decisiones hechas nos hace levantar la cabeza y quitarnos la venda de los ojos.
Así que arriesga.
Aprende a confiar en las personas que depositan su confianza en ti. Porque no todos se quedan sin cartas a propósito.
Di lo que piensas pero resérvate algo para ti. No entregues todas tus armas.
No des nada por hecho ni pienses por los demás.
No supongas. Si vas a arriesgar lo arriesgas todo y así mismo lo dices fuerte y claro.
Siempre es un sí o un no. Los quizá no caben.
Piensa. No te dejes llevar por las emociones.
No pienses demasiado. Nunca llegarás a ningún lado si te pones a evaluar todos los posibles resultados.
Date la oportunidad de cometer errores sin darte golpes de pecho.
Lo único que en verdad se pierde en la vida es el tiempo. No se pierde a la vida misma.
No quieras tomar decisiones por los demás. Puedes imaginar lo que van a hacer. Yo siempre creo que se van a ir pero nunca se está 100% seguro.
Deja a los demás ser ellos y tú preocúpate por ser cada día la mejor versión de ti. Los que se quedan merecen verla.
Invierte en momentos. Gasta sonrisas y ahorra lágrimas.
Guarda recuerdos que sirvan de algo en el futuro.
Vive para recordar y no recuerdes para vivir. Hay cosas que se pueden hacer al revés pero esta no es una de ellas.
“Y la moraleja de la historia es que no recuerdas lo que pasó. Lo que recuerdas se convierte en lo que pasó”
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Llegó la hora de que me cuentes!
¿Por qué crees que debes dejar que la vida te sorprenda?
- 20:12
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