¿Qué harías si hoy fuera el último día de las personas que amas?

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Y de repente te das cuenta que todo pudo haber terminado.
De verdad.


Nos pasamos los días enfrascados en el televisor o navegando en las redes donde aparte de toda la basura 2.0 publicada para ganar leads fácilmente, encontramos noticias que casi siempre son malas.

Creemos que todas esas cosas les pasan a los demás. Que estamos exentos de que a nosotros nos pasen. Creemos por absurdos instantes que somos lo suficientemente especiales como para tratar de vivir creyendo que tenemos la vida comprada.

Pero no es así.


Un día de pronto pasa. Y entiendes que no eres ni más ni menos que todos los otros millones de personas con los que convives a diario. Que la vida como la conoces puede cambiar. Que no valoraste ayer y que llorarás mañana.

Dicen que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde y bueno, casi que es así. A veces sólo necesitas sentir que estás a punto de perderlo para realmente valorarlo. A veces, la realidad llega como un balde de agua fría y entiendes que sí, que hoy tienes a alguien pero que nadie sabe cuándo puede irse.

Todos sabían lo que tenían pero no pensaron que podrían perderlo.







No des nada por hecho.


Las cosas malas también le ocurren a la gente buena.
Y está bien. Porque si no, ¿cómo sabríamos hasta qué punto somos capaces de llegar?, ¿Cómo conoceríamos la fuerza, la valentía y el coraje que tenemos dentro?








Somos seres humanos que ignoramos una verdad presente a la vuelta de la esquina:

Cualquier cosa puede pasar.


Son mínimos los instantes que sin embargo logran cambiar tu vida por completo.

Un accidente en dos segundos.

Un disparo en uno.


Y que no te dé miedo la muerte
. Que te dé miedo el no haber hecho nada que valiera la pena recordar de tu vida. Que te dé miedo el no haber estado presente cuando pudiste hacer mucho y no ahora cuando en el cementerio sobras.

Ayer un terrible episodio se me presentó. La incertidumbre de desconocer el paradero de alguien cercano desde hacía más de 24 horas y que la serie de acontecimientos que siguieron el hecho empeoraran la situación nos hizo recapacitar.


Un día sabes que tu mamá sale de casa pero no tienes idea si va a volver. Claro, lo supones igual que el resto de mortales que creemos tener poder sobre la vida y la seguridad de aquellos a quienes amamos. Pero la verdad es que no es así.

Es entonces cuando descubres que tienes imaginación y las cosas que empiezan a pasar por tu mente no son para nada alentadoras.

Recuerdas el último instante que compartieron.

Recuerdas las palabras dichas y lloras por las que nunca se dijeron.


Te arrepientes de muchas cosas y quieres regresar el tiempo no tanto para que el desenlace hubiera sido diferente sino para que con el mismo final todo lo que sentías se hubiera sabido.

No des nada por hecho.


Dilo.

Grítalo.

Escríbelo.

Demuéstralo.

Dicen que para vivir plenamente tienes que hacerte la siguiente pregunta todas las mañanas al despertar:

¿Qué harías si hoy fuera el último día de tu vida?


Bueno, como es raro en mí, aquí te digo lo contrario.

No tienes que actuar como si hoy fuera el último día de tu vida.
Si lo piensas bien tú no te importas tanto y aún si fuera así, por quien siempre se sufre es por alguien más.

Entonces no.

No te engañes ni te dejes engañar tratando de encontrar la mejor respuesta para una pregunta un tanto moralista y utópica.

Porque al final, incluso si no quieres aceptarlo, no vives para ti.


Con frecuencia no te supone un sacrificio grande pensar primero en los demás.

Llegados a este punto creo que no tengo que recordarte que escribo para mí y que de alguna extraña manera todos los que me leen se parecen a ese personaje que he creado de mi misma y en el cual ustedes se ven representados.

Te duelen las cosas que les pasan a los demás y te dejas a ti en tercer plano. ¿Cuántas veces no deseaste estar tú en sus zapatos para enfrentar la situación?

Y no. No es querer hacerse el héroe ni creer que podrás por tu fuerza y tenacidad porque lo más probable es que no puedas. Es algo mucho más simple que eso:


Nos es mil veces preferible afrontar una situación difícil en carne propia que ver a alguien que queremos sufrir por lo mismo.


Y sí. De pronto es egoísta pero es cuando en el momento en que piensas en ti puedes llegar a cambiar el mundo y hacerlo de pronto, un poquito mejor.

Entonces, replantea lo que haces cada día no pensando en tu último día sino en el último día de los demás.

¿Qué harías si hoy fuera el último día de las personas que amas?


Esta es la verdadera respuesta que necesitas en tu vida.


No des nada por hecho.


Si tan sólo todos pensáramos así cuántas lágrimas nos ahorraríamos… 

Dejarías de echarte la culpa por no haber dicho todo en su momento.

Dejarías de disculparte porque no fuiste lo suficiente.

Dejarías de lamentar lo que no hiciste.

Así que haz el ejercicio y conviértelo en parte de tu filosofía de vida.

Di lo que sientes, lo que opinas, lo que te molesta y no dejes nada para después. Sé consciente que hoy es todo lo que tienes.

Ahórrate tiempo perdido si es que logras encontrarle algún sentido.


Y claro. Sabemos que las cosas malas pasan y que nadie, aunque lo afirme, está preparado para eso pero si está en nuestras manos evitarnos sufrimientos y angustias y tener una vida de la que valga la pena estar orgullosos, ¿por qué no hacerlo?

Entiende que la vida es el resultado de las cosas que te apasionan menos las cosas que dejaste por hacer. Este es el único caso en el que algo que todavía no existe se convierte en algo negativo.

Atrévete a ser diferente y a decir todo eso que quieres dejar para después. El momento adecuado nunca llega.


Llegó la hora de que me cuentes!

Sé que en algún momento has sido de esos que se ha puesto a pensar en qué haría hoy si fuera el último día de su vida.. pero, ¿en algún momento te hiciste la pregunta correcta? ¿Qué responderías?

¿Qué harías si hoy fuera el último día de las personas que amas?

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